Agotadas todas las formas de negociación con el gobierno de España y descartada la declaración unilateral de independencia, la desesperanza se había apoderado del colectivo independentista catalán.
—Y ahora, ¿qué haremos?
—No lo sé.
—Indudablemente, la solución debería provenir de nuestro lado.
—¿A qué te refieres?
—Que no podemos depender de la buena voluntad del Estado Español.
—Y eso ¿qué significa?
—No lo sé.
—¿Me alcanzas los carquinyols, por favor?
—Sí, ¡cómo no!
—¿Café?
—Sí, gracias.
Leyendo el periódico, exclama:
—Un grupo internacional de astrónomos ha hallado un planeta similar a la Tierra
—Sí, leí la noticia. ¡Del grupo participa al menos un catalán!
—¡Eso es!
—¿A qué te refieres?
—La clave estaba todos estos años enfrente de nosotros.
—¿Enfrente de nosotros? ¿Dónde?
—¡En la Estelada!
—¿En la Estelada?
—¡Así es!
—¡No entiendo!
—¿Qué diferencia hay entre la Estelada (bandera independentista catalana) y la Senyera (bandera oficial de Cataluña)?
—Mmm, básicamente que una tiene una estrella y la otra no.
—¡Así es! ¡La estrella representa la independencia, y para ser independientes debemos ir a las estrellas!
Miradas atónitas entre los presentes.
—¿Cómo?
—Construiremos una Cataluña independiente en un nuevo planeta.
—¿En un nuevo planeta?
—¡Sí! ¡Lejos de España!
—¿Quiere decir que estaremos fuera de la Unión Europea?
—Ya nos preocuparemos de eso más adelante. Ahora debemos ponernos manos a la obra y crear la Agencia Espacial Catalana
—¡Eso es!
—¿Qué les parece si construimos una nueva terminal tres para vuelos interestelares en el aeropuerto del Prat?El proyecto debe desarrollarse bajo absoluto secreto. No podemos poner en evidencia nuestras intenciones.
—¿Cómo ocultar entonces un centro para la construcción y lanzamiento de naves espaciales?
—La respuesta es la misma que se daría a la pregunta «¿cómo ocultar un elefante?».
—¿Cómo?
—La mejor forma de ocultar un elefante es entre un montón de elefantes.
Silencio absoluto entre los presentes.
—¿Qué les parece si construimos el nuevo centro espacial como un parque temático dedicado a la conquista espacial en algún parque de atracciones ya existente?
—¡Excelente idea!
—Sí, así, además, si el proyecto no resulta como esperamos, podemos amortizar parte de los costos con las visitas de los asistentes.
—Les recuerdo que no hay lugar para el fracaso.
Es así que el centro espacial encubierto estaría controlado y dirigido por la ultra secreta Agencia Espacial Catalana. Al frente de la misma estaría un ex director de motos GP, área en la cual los catalanes tenían amplia experiencia. Ya no se hablaba de proceso independentista, sino de carrera espacial.
Sería presentado como un proyecto privado financiado con aportes públicos y de individuos particulares interesados en vivir una experiencia espacial.
La construcción del cohete se llevó a cabo durante años, no exentos de dificultades. Una de ellas fue durante las pruebas preliminares, en las que se valoraba la posibilidad de enviar un animal al espacio para probar la supervivencia en los vuelos espaciales antes de intentar misiones tripuladas. Mientras algunos optaron por enviar un mono, por su similitud con el hombre, los grupos más catalanistas propusieron enviar un burro de raza catalana al espacio. Aunque el animal mostraba una gran resistencia, no destacaba por su inteligencia. A pesar del entrenamiento y el tiempo dedicado, el animal no mostraba capacidad de superación, por lo que se decidió suspender el vuelo experimental. El animal pasó a desempeñarse como funcionario de la Agencia Catalana de Promoción Turística, según algunos para comprar su silencio. Niños y mayores podían sentarse sobre el y sacar una foto.
Las autoridades españolas, desorientadas por la falta de conflicto en el frente catalán, no tenían excusa para abordar los otros problemas que acusaban al Estado Español, lo que los mantuvo bastante ocupados durante todo el tiempo de desarrollo y construcción de la nave espacial.
Finalmente, el gran día llegó, los astronautas fueron trasladados a la nave y en la pantalla del ordenador del jefe de la misión apareció el siguiente mensaje: «Vol procedir amb el llançament de la missió?» —para acogerse a los fondos públicos otorgados por la Generalitat, el sistema informático debía estar en catalán—. Tras realizar las últimas comprobaciones y supervisar que todos los sistemas funcionaban correctamente, apretó el botón «D´acord», con lo cual comenzó la secuencia de ignición.
La tripulación estaba conformada por el capitán Vicenç Domenecq, el piloto Albert Muntaner y el mecánico Juan Antonio Vargas. Así es, Juan Antonio Vargas, porque catalán es quien vive y trabaja en Cataluña.
Cuando los motores propulsores del cohete alcanzaron el 95 por ciento de su empuje total, los cuatro ganchos que le retenían saltaron hacia atrás; con una ligera sacudida, el cohete con los tres tripulantes y las expectativas de todo un pueblo se despegó de la plataforma y comenzó a elevarse.
Para evitar que el lanzamiento concentrara toda la atención de trabajadores y visitantes del centro de atracciones, simultáneamente se ofrecían refrescos y palomitas de maíz gratis.
El cohete constaba de diferentes fases que se iban desprendiendo de la nave a medida que consumían su combustible. Cuando se separó la última, el motor se apagó y los astronautas comenzaron a notar la ausencia de gravedad. L'Independent ya estaba en órbita y rumbo a un destino común elegido por miles de personas. Tras meses de tensa calma, la tripulación confirmó que la nave se encontraba orbitando la Catalunya Libre. La noticia se celebró con gran emoción.
Con unos cuantos disparos de los propulsores de posición, L’Independent inició la complicada maniobra de descenso hacia el nuevo planeta Estado. De esta manera consiguieron abandonar la órbita de la Catalunya Libre e iniciar una lenta caída hacia la superficie.
Horas después del catalunizaje, los astronautas estaban preparados para salir del módulo espacial. El primero en hacerlo fue el capitán Vicenç, quien, mientras descendía por las escaleras, activó la cámara de televisión que retransmitirá imágenes a todo el mundo. Una vez hecho esto, describió a la estación central lo que veía, y, al pisar el suelo, dijo la famosa frase: «Hemos demorado 300 años, pero ya somos independientes».
Más tarde, Domènech y Montaner desplegaron la Estelada, no sin cierta dificultad para clavarla en el suelo, e iniciaron una conversación telefónica con el presidente de la Generalitat, retransmitida a todo el país.
—Estimados Vicenç, Albert y Joan Antoni, les estoy hablando por teléfono desde la Sala Tarradellas del Palacio de la Generalitat, y seguramente esta sea la llamada telefónica más importante jamás hecha.
—Señor president, por favor hable en castellano, porque Juan Antonio no habla catalán.
—Pero, ¿hace cuánto tiempo que vive en Cataluña?
—Lo sabemos, dice que cuando vuelva se apuntará a algún curso de catalán.
—Podíamos permanecer en la Tierra esperando un diálogo con el Gobierno Español o tomar el futuro como nación en nuestras manos y convertirnos en un pueblo multiplanetario; gracias a lo que han conseguido, se abre ante nosotros la posibilidad de complacer a españolistas e independentistas y resolver el problema de forma democrática. Lo que han hecho nos enorgullece y rogamos para que vuelvan sanos y salvos a la Tierra.
—Gracias, señor presidente, para nosotros es un honor y un privilegio estar aquí.
—Antes de despedirnos, permítanme preguntarles algo que nos preguntamos todos, ¿cómo es la Cataluña independiente?
—Hermosa... hermosa...
—¡No hay infraestructuras gestionadas por el Gobierno Español ni guardias civiles, y casi todos hablan catalán!