Refundación

Los decretos reales con los que el nuevo rey de Arabia Saudita llevó a cabo un cambio radical en la línea de gobierno tomaron a todos por sorpresa.

En un discurso en la televisión estatal, el rey anunció la transformación del reino en una monarquía parlamentaria, es decir, el rey reina, pero no gobierna, y se estableció la separación entre gobierno y religión. Algo inédito, ya que Arabia Saudita es una monarquía absoluta que se valió de la religión para sustentar su poder y cuya bandera reza «No hay más dios que Alá, y Mahoma es su profeta».

La Casa de Saud gobierna prácticamente desde la creación del primer Estado saudí el Emirato de Diriyah; en el año de 1744, cuando el emir de Diriyah Muhammad bin Saud, llamado Ibn Saud, concluyó un pacto con el imam fundamentalista Muhammad ibn Abd-al-Wahhab, llamado Ibn Abd al-Wahhab, para promover la doctrina de este, el wahabismo, que tenía como objetivo purificar al islam, remitiéndose al original, y unir de nuevo a las tribus nómadas de Arabia.

Al Wahhab creía que la yihad estaba justificada contra los no creyentes, incluso contra los musulmanes que no seguían su verdadera versión de la fe.

Tomaron control de una ciudad tras otra en la región. Muhammad ibn Saud reinaba y Muhammad ibn Abd al Wahhab predicaba y ponía en vigor lo que él creía que eran las prácticas correctas del islam.

«Los saudíes somos un pueblo valiente que no tiene miedo de nada, mucho menos de la libertad», puntualizó el mandatario.

«El rey será el jefe de Estado y el responsable de arbitrar y moderar el funcionamiento regular del gobierno, así como de asumir la más alta representación del Estado».

«El gobierno estaría dividido en tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. El legislativo será ejercido por el Parlamento, cuyos integrantes serán elegidos por votación popular. También será este el que designará un primer ministro, encargado de dirigir los diferentes ministerios».

«Promoveremos un sistema de justicia que priorice el estado de derecho o la protección de los derechos y las libertades individuales, y que no calle a la oposición. Criticar al gobierno, a la religión o a la sociedad no será nunca más considerado un acto de terror».

«El nuevo sistema de justicia no estará basado en la sharía o ley islámica ya que, al no existir un código penal escrito, los jueces tienen amplia discreción a la hora de imponer penas». Esta amplia discreción permite a los jueces tratar a niños como adultos e imponer la pena capital incluso a menores de edad.

«Abandonaremos el tristemente podio de los países que más ejecuciones llevan a cabo cada año, junto a China o Irán». Siempre mujeres y extranjeros, nunca hombres saudíes. «No habrá más lapidaciones, latigazos, decapitaciones ni cuerpos decapitados colgados en público».

«Para la realización de las primeras elecciones generales del país, autorizo la creación de partidos políticos». Hasta este momento, estos estaban prohibidos y era el único país musulmán que jamás ha celebrado unas elecciones. Solo existían elecciones para autoridades municipales, aunque lo cierto es que los electos poco pueden hacer ante la omnipotente familia real.

«En las elecciones podrán participar tanto hombres como mujeres». Así es, las mujeres también, ya que, según el monarca, las mujeres son parte fundamental de la sociedad saudí y deben gozar de los mismos derechos que los hombres. «A partir de ahora podrán salir solas de sus casas sin la compañía de su guardián o mehram, y no tendrán que solicitar autorización de un familiar de sexo masculino, ya sea su esposo, padre, hermano o incluso un hijo, para ir a la universidad, viajar al extranjero, escoger a su pareja, abrir una cuenta bancaria o buscar atención médica».

«Además, será abolida todo tipo de discriminación de género, como el hecho de poder conducir». El wahabismo prohíbe a la mujer conducir el vehículo por los riesgos de relacionarse con varones en caso de avería. Las mujeres deben limitar al máximo su conversación con un varón que no sea de su parentela. Todos los edificios públicos como restaurantes, centros comerciales y bancos tienen entradas y zonas separadas para hombres solteros y mujeres (con o sin su marido e hijos), con un tabique o biombos de por medio. Incluso en las casas lo habitual es encontrarse con dos salones con entradas independientes: uno para los hombres, otro para las mujeres. Incluso proyectan la creación de ciudades solo para mujeres.

«Llevar la abaya, una túnica negra que cubre desde el cuello hasta los tobillos, y un velo que solo deja al descubierto el rostro o parte del mismo, ya no será obligatorio».

Pero el monarca fue aún más lejos cuando afirmó: «No solo debemos reconocer y garantizar los derechos de las mujeres, sino también el de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT). Espero muy pronto poder celebrar el primer Día del Orgullo Gay en Riad».

«Además, daremos la libertad de poder practicar la propia religión, de tener un lugar de culto y de ser respetados como hijos de Dios», concluyó. «Incluso a nuestros hermanos chiís». Recordemos que en Arabia Saudita una persona puede ser condenada a muerte por llevar una cruz colgando del cuello, que están prohibidos los catecismos, que no se puede celebrar misa ni construir ninguna iglesia. Se persigue cualquier práctica religiosa que no sea la musulmana sunní, y la pena contra personas homosexuales varía desde castigos livianos como la cárcel, multas, palizas o, para un extranjero, la expulsión, hasta castigos más serios como ser enviado a una institución mental para alguna forma de tratamiento, amputación forzada o ejecución pública.

«La cultura dejará de estar supeditada a la religión. De esta manera se podrá escuchar música en público, asistir a representaciones teatrales o a salas cinematográficas. Las películas no sufrirán ningún tipo de censura, a diferencia de lo que ocurre actualmente, por ejemplo, en los vuelos de Saudi Airlines, donde se pueden ver películas convenientemente seleccionadas, cortadas, y la piel de las mujeres difuminada, incluso los escotes de las hadas de Disney». Se dice bromeando que la película Thelma & Louise, road movie femenino, duraría aproximadamente cinco minutos debido a todos los cortes que deberían hacer para no mostrar mujeres conduciendo.

«No educaremos más a nuestros hijos en el odio religioso o cultural al que es o piensa diferente. Modificaremos los libros de estudio que se hacen en Arabia Saudita pero que se exportan a todo el mundo, incluso a aquellas mezquitas y madrazas financiadas por nuestro gobierno que pueden servir de caldo de cultivo para el terror».

«Dejaremos claro que Arabia Saudita está comprometida en la lucha contra el terrorismo, por lo que debemos diferenciarnos ideológicamente de grupos terroristas wahabistas como Al Qaeda o el Estado Islámico. El hecho que grupos como los Talibanes en Afganistán hayan copiado nuestro estilo de vida no parece casualidad».

«Por todo esto, disolveremos la Policía Religiosa que controla las calles y los comercios y que depende del Comité para la Promoción de la Virtud y la Prevención del Vicio que tanto esmero pone en la realización de su trabajo». La Policía Religiosa o Mutaween tiene el deber de hacer cumplir la sharía dentro de esa nación islámica, prevenir el chantaje, combatir la brujería, luchar en contra del tráfico de humanos y asegurarse de que nadie desobedezca a los líderes del país.

«Les ofreceremos servicios de outplacement y, si es necesario, cubriremos sus gastos en nuestros centros de rehabilitación para yihadistas. Si no están de acuerdo, podrán organizar un sindicato y protestar», aseguró el monarca.

«Somos un país rico, sin embargo, un cuarto de la población nativa vive en la pobreza». El 80 por ciento de los saudíes habitan en viviendas de alquiler por la imposibilidad de acceder a una propia. Ni hablar de las condiciones de vida de millones de asiáticos pobres que trabajan en los estados del golfo Pérsico, y, según grupos de derechos humanos, sufren explotación laboral y abusos, como la falta de pago de salarios.

«La separación entre monarquía y gobierno ayudará a dejar claro cuáles bienes son públicos y cuáles privados, ya que reiteradamente se presta a confusión. Por otro lado, la separación de poderes y el establecimiento de adecuados mecanismos de control contribuirán a disminuir los actuales índices de corrupción». Muchos empresarios occidentales justifican los actos de corrupción señalando que el pago de «comisiones» obedece a un tema cultural de los saudíes.

«Esto no implica que algún miembro de la familia real pueda presentarse para un cargo público. Aunque, por el momento, no prevemos un mecanismo inverso».

«No menospreciaremos a los trabajadores extranjeros, que representan el 80 por ciento de la fuerza laboral del Estado y que hacen funcionar este país».

«Debemos esforzarnos no solo en equilibrar las cuentas fiscales durante los próximos años, sino que además intentaremos transformar la economía para hacerla menos dependiente y susceptible del precio del petróleo. Más del 70 por ciento de nuestros ingresos procede de ahí».

«En primer lugar, crearemos lo que será el mayor fondo soberano del mundo. Para esto, venderemos participaciones de Aramco, nuestra empresa petrolera estatal, esto hará de las inversiones, y no del petróleo, la fuente de ingresos de nuestro gobierno en el futuro. Al tiempo que promoveremos el uso de energías renovables porque estamos comprometidos con el medio ambiente».

«La participación de las mujeres en la sociedad actuará como una fuerza transformadora. Además de incrementar el consumo de nuevos automóviles, significará la inserción de una fuerza capacitada en el mercado laboral y actividad empresarial del país». Solo un quinto de las mujeres saudíes adultas trabaja, aunque ya son el 65 por ciento del total de graduados universitarios.

«Impulsaremos el turismo. No solo promoveremos al turismo interno y religioso, sino que nos abriremos a todo el mundo, incluidos los extranjeros no musulmanes. Tenemos un país repleto de potenciales atractivos turísticos sobre los cuales construir nuestra propuesta de valor: vastas e idílicas playas, excelentes lugares de buceo, manglares o el gran desierto de Rubh al Jali, en el sureste, que es un paraíso para los amantes del 4x4 y reliquias históricas. Aunque para muchos nuestro mayor atractivo sea el régimen medieval al que fue sometida nuestra población durante tanto tiempo».

«Demostraremos, que los saudíes somos gente encantadora, hospitalaria y amable».

Arabia Saudí es un país desconocido y cerrado a los extranjeros, donde los visados solo se conceden a los extranjeros musulmanes que quieren peregrinar a La Meca o Medina, lugares sagrados del islam, a los hombres de negocios que normalmente se limitan a visitar Riad o Jedah, o a periodistas adeptos.

Los saudíes, por su parte, prefieren ir a los países vecinos como Emiratos Árabes Unidos o Bahrein, que cuentan con códigos sociales más distendidos y atracciones que no hay en este reino, como cines y bares.

«El consumo de bebidas alcohólicas o productos derivados del cerdo, el juego o la prostitución dependerán de una elección individual y no de una imposición por parte del Estado. De esta forma acabaremos con la hipocresía de muchos saudíes de mantener una actitud en casa y otra diferente en el exterior; al mismo tiempo, evitaremos la salida de divisas».

«La compra de armas ya no será una prioridad. Por lo tanto, reduciremos nuestro presupuesto previsto para la compra de armamento y lo destinaremos a educación e I+D, siguiendo el ejemplo de nuestros amigos de Israel».