Mi solidaridad con el pueblo palestino

Si buscáramos el significado de palestino en el diccionario encontraremos como definición «Relativo a Palestina o a sus habitantes».

Fue el emperador romano Adriano en 135 d.C. quien creó Palestina para poner fin a las reivindicaciones de los judíos sobre sobre aquel territorio y acabar con el judaísmo. La palabra Phalistina en latín hacía referencia a los filisteos, un pueblo enemigo de los judíos que se había establecido en la costa suroeste de Canaán, y que desaparecieron mil años antes.

La provincia de Judea paso así a formar parte de la nueva provincia Sirio Palestina, al mismo tiempo que fundaba Aelia Capitolina sobre la antigua Jerusalén. La Legio X Fretensis fue la encargada de protegerla durante el resto del período romano y evitar que los judíos volviesen a la ciudad.

Desde entonces el territorio estuvo bajo el dominio de diferentes reinos e imperios y recibió diferentes nombres.

Cuando termino la Primera Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña se repartieron los antiguos territorios otomanos en el Medio Oriente. Francia se quedó con la Siria Septentrional, la cual dividió posteriormente en el Líbano y Siria actual, y Gran Bretaña con la mayoría de la Mesopotamia, en la cual crearon Irak, y la Siria Meridional, entonces rebautizada Palestina, un territorio habitado por palestinos árabes y judíos.

A pesar que los ingleses estaban allí para «asegurar el establecimiento de un hogar nacional judío», según el mandato otorgado por la Liga de Naciones al Reino Unido, en 1922 Gran Bretaña seccionó dos tercios de su territorio, todo lo que quedaba al este del río Jordán, para crear el Emirato de Transjordania, a cuyo cargo colocaron al príncipe Abdullá, hijo del Jerife de La Meca (Arabia Saudi), en compensación por su ayuda en la lucha contra los otomanos. De esta manera gran parte de los palestinos árabes de Palestina pasaron a ser súbditos del príncipe hachemita. Palestinos árabes y no judíos porque allí no había permiso para la radicación judía.  Nadie protestó ante esta decisión.

Cuando termino la Segunda Guerra Mundial y aumentó la presión por la creación de un Estado Judío independiente Gran Bretaña elevó el problema a las Naciones Unidas (sucesora de la Liga de Naciones) con la esperanza de que condenasen las pretensiones judías y pudiese continuar su mandato. Sin embargo, las Naciones Unidas votaron el fin del Mandato Británico y la partición de Palestina (lo remanente al oeste del rio Jordán) en dos Estados independientes, uno judío y otro árabe. No establecía que alguno se llamase Palestina, ambos eran parte de Palestina. Los judíos celebraron la resolución, pero el liderazgo árabe de Palestina y los países árabes en su conjunto se negaron a aceptar la partición por lo que iniciaron una guerra.

Uno de los dirigentes árabes de Palestina mas destacado de la época fue el «Gran Muftí de Jerusalén», Haj Amin al Husseini, un líder religioso fanático responsable de numerosos ataques a los judíos durante el Mandato Británico de Palestina y principal aliado islámico del Tercer Reich, ya que básicamente tenían los mismos enemigos en común, los británicos y los judíos.

Consecuencia de esta guerra desproporcional, a la que los judíos de Palestina llamaron «Guerra de Independencia» y a la que los árabes de Palestina llamaron nakba o «catástrofe», nacía el Estado de Israel y aparecían los refugiados.

A diferencia de los ignorados 800 mil refugiados judíos que fueron expulsados de casi todos los países árabes e Irán en venganza por tan humillante derrota, y que, pese a las dificultades del recién creado Estado judío, fueron recibidos e integrados en la sociedad; los refugiados árabes palestinos fueron encerrados por sus hermanos en campamentos de refugiados y se los privo de la posibilidad de integración—con excepción de Jordania—. Por ejemplo, en el Líbano, donde representan el 10% de la población, están excluidos de la mayoría de los servicios públicos y se les prohíbe ejercer determinadas profesiones. Trato muy diferente al que recibieron, por ejemplo, en países tan distantes como Chile, que recibió mas árabes palestinos que muchos países árabes vecinos y donde viven totalmente integrados en la sociedad. Incluso aquellos que permanecieron dentro de las fronteras del Estado de Israel después de su creación en 1948 se convirtieron en ciudadanos israelíes con los mismos derechos que los otros ciudadanos del país.

Ningún líder palestino denunció ante los medios de comunicación y/u organizaciones de defensa de derechos humanos esta discriminación, sino que la utilizaron para congraciarse con la simpatía mundial.

Al mismo tiempo que nacía el Estado judío de Israel y David Ben-Gurión se transformaba en su primer Primer Ministro, algunos países árabes hermanos se anexionaban el territorio asignado por las Naciones Unidas al Estado árabe de Palestina. Egipto ocupó la Franja de Gaza yTransjordania se anexó Cisjordania y Jerusalén Oriental, por lo que a partir del 26 de abril de 1949 se convirtió en el Reino Hachemita de Jordania, a ambos lados del río Jordán. A diferencia de cualquier otro país árabe al que huyeron los árabes palestinos después de la guerra de 1948, todos recibieron la ciudadanía y fueron reconocidos políticamente en el parlamento jordano.

La ocupación jordana y egipcia de esos territorios duró 19 años y durante todo ese tiempo, ningún líder árabe local o extranjero insistió nunca en que Jerusalén Este, Cisjordania y Gaza fueran convertidas en un estado palestino.

La ciudad de Jerusalén perdió importancia, miles de árabes palestinos se mudaron a Amán, y la ciudad se transformó en una plaza provincial de poca relevancia. Incluso la radio jordana difundía los sermones de los viernes no desde la mezquita de Al Aqsa, sino desde una pequeña mezquita de Amán.

Cuando en 1967 se produjo la Guerra de los Seis Días, Israel venció nuevamente a los beligerantes ejércitos de Egipto, Siria y Jordania. Fue entonces cuando capturó la Franja de Gaza y la península del Sinaí a Egipto, Cisjordania y Jerusalén Oriental a Jordania y los Altos del Golán a Siria. La guerra no fue contra los árabes palestinos, sino contra estos países beligerantes.

No obstante, su victoria, la devenida «potencia ocupante» propuso grandes devoluciones territoriales a cambio de paz.  El entonces Primer Ministro Levi Eshkol pensaba que «el éxito militar abría nuevas posibilidades diplomáticas que podían cambiar el statu quo entre Israel y sus vecinos árabes».

La Liga Árabe se reunió en Jartum, la capital de Sudán, donde emitieron la tristemente célebre «Resolución de Jartum», también llamada la de los «tres no»: no al reconocimiento de Israel, no a la paz con Israel y no a las negociaciones con Israel.

De esta manera, los árabes palestinos en estos territorios pasaron de la ocupación jordana y egipcia a la inesperada ocupación israelí. La relación con los palestinos fue buena y gracias al turismo y el intercambio comercial con el resto de Israel empezó a mejorar su calidad de vida. Las ciudades y aldeas árabes estaban a cargo de intendentes árabes democráticamente electos y todas las mezquitas y los lugares sagrados del islam eran administrados por autoridades musulmanas. Su territorio era recorrido sin problemas. No había muros de separación ni puestos de control.

Sin embargo, los judíos no eran sus hermanos. Es a partir de este momento que comienza a forjarse la identidad del pueblo palestino, definidos a la contra y basado en el odio. Pueblo palestino se refería a partir de ese momento sólo a los árabes de Palestina.

La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se transformó en su portavoz y comenzó a reivindicar una «patria palestina» y la destrucción del Estado de Israel. En lugar de proponer negociaciones la OLP optó por profundizar la confrontación mediante atentados terroristas. Los combatientes palestinos, los llamados fedayines, no sólo cruzaban la frontera para cometer atentados en territorio israelí, sino que también lo hacían en el plano internacional, se dedicaron a secuestrar aviones, atacar aeropuertos, asaltar a embajadas o asesinar atletas.

La sede de la OLP se encontraba en Amán, capital de Jordania, y diversas facciones de la organización usaban el territorio jordano cercano a la frontera con Israel para construir bases guerrilleras y entrenar a sus soldados.

Bajo el liderazgo de Yassir Arafat, sobrino del antiguo «Gran Muftí de Jerusalén», Al Fatah se convirtió en la facción dominante de la OLP. El segundo grupo en tamaño en aquella época era el Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) liderada por el doctor George Habash. Ambas seculares, de izquierda, financiadas y entrenadas por la KGB.

Debido a que la presencia de los palestinos desestabilizaba el país e incluso que quisieran hacerse con el poder (ya que Jordania históricamente había formado parte de Palestina), el 16 de septiembre de 1970 el Rey Hussein de Jordania declaró la ley marcial y comenzó una campaña en todo el país contra todos los grupos palestinos que actuaban en su territorio. El incidente, conocido como «Septiembre Negro», causo la muerte de unos veinte mil palestinos, y el rechazo de la corona jordana a seguir acogiéndolos como ciudadanos.

Ante la negativa Siria de acogerlos en su territorio, casi todos los grupos armados establecidos en Jordania huyeron al sur del Líbano, reconstruyendo en dicho país lo que ocurría anteriormente en Jordania, destrozando claro está, la armonía entre las comunidades libanesas y generando la guerra civil en abril de 1975. De la cual la OLP participó activamente en una alianza con la izquierda libanesa y los árabes sunitas contra los cristianos, al mismo tiempo, que lanzaba ataques contra Israel.

Tras la invasión de Israel al Líbano en 1982 con el objetivo de destruir la infraestructura de la OLP en dicho país, sus dirigentes tuvieron que huir a Túnez. Pero la tropa y muchos refugiados no tuvieron esa suerte y fueron sacrificados por milicias cristianas en venganza después de siete años de conflicto y por los crímenes que la OLP cometió en suelo libanés.

Pero el mayor desplazamiento forzado de palestinos de un estado árabe tuvo lugar en 1991 en represalia por el apoyo del líder de la OLP a la brutal ocupación por parte de Irak del emirato de Kuwait. Cuando el emirato fue liberado, alrededor de 200.000 palestinos fueron expulsados del país en una sistemática campaña de terror, violencia y presión económica, mientras que a otros 200.000 que huyeron durante la ocupación iraquí se les negó el retorno. Siendo mayormente ignorada por la comunidad internacional, grupos pro-derechos humanos y las Naciones Unidas.

En 1993 el gobierno israelí decidió convocar a la desacreditada OLP para iniciar un proceso de negociaciones tendientes a alcanzar una solución al conflicto palestino-israelí. Se firmaron los Acuerdos de Oslo, que les valió a Simón Peres, Isaac Rabin y Yassir Arafat el premio Nobel de la Paz.

La OLP se vio forzada a renunciar oficialmente a la practica terrorista y a reconocer el derecho de Israel a existir; mientras que Israel legitimó a la OLP como el órgano representativo del pueblo palestino y facilitó su retorno triunfal a Palestina desde su exilio en Túnez. En cinco años, se debía firmar un acuerdo definitivo solucionando los asuntos más complejos: colonias, refugiados palestinos, fronteras definitivas y Jerusalén.

En 1994, conforme a dichos acuerdos, fue establecida la Autoridad Nacional Palestina (ANP), responsable de gestionar un autogobierno interino palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza. Algo probablemente insuficiente pero inédito hasta este momento. 

En octubre de ese mismo año, el Reino de Jordania se convirtia en el segundo país, después de Egipto, en normalizar relaciones con Israel al firmar el tratado de paz entre ambos países.

En enero de 1996, se realizaron por primera vez las elecciones generales palestinas para elegir a los líderes de la Autoridad Nacional Palestina que administraría los territorios palestinos y negociaría con Israel la creación de un Estado Palestino. En las elecciones participaron muy pocos partidos, por lo que Arafat, el presidente provisional, y su partido, Al Fatah, ganaron por amplia mayoría. En especial, porque Hamás, su principal rival, llamó a boicotear las elecciones.

En julio del 2000, Bill Clinton, Yassir Arafat y Ehud Barak se reunieron en Camp David, Estados Unidos, con el propósito de negociar un acuerdo definitivo en el conflicto palestino-israelí. Nunca como entonces pareció estar la paz tan cerca. Pero fracasó. Los palestinos habían logrado la pronta creación de un estado árabe-palestino independiente sobre casi todos los «territorios ocupados» y la soberanía compartida de Jerusalén. Pero Arafat rechazó la propuesta sin presentar una contrapropuesta, regresó haciendo la uve de la victoria y, dos meses más tarde, estalló la segunda intifada.

Jóvenes líderes de Al-Fatah, la llamada nueva guardia, junto a grupos fundamentalistas islámicos, asumieron rápidamente el control de la situación y desataron una ola de violencia, incluidos decenas de atentados suicidas contra civiles israelíes en centros comerciales, restaurantes, supermercados y autobuses públicos justificados por el martirio de la cruel ocupación.

Con la Intifada consiguieron que hasta los israelíes que apoyaban a los palestinos empiecen a callar y en 2001 Ariel Sharon, líder de la oposición y considerado un halcón, fue elegido primer ministro. Aunque el interlocutor del lado palestino se mantenía inalterable con el paso de los años, los interlocutores del lado israelí cambiaban fruto de los vaivenes políticos en dicho país.

Con el objetivo de proteger a sus ciudadanos de ataques palestinos el gobierno israelí inicio la construcción de la llamada «Valla de seguridad» alrededor de gran parte de Cisjordania. Lo que provoco restricciones al movimiento de la población, viviendas demolidas, tierras de cultivo confiscadas, pero que indiscutiblemente disminuyó el número de atentados.

La segunda intifada duró cinco años, provoco miles de muertos y aumento de la desconfianza por ambas partes.

El gobierno de Arafat fue criticado por su falta de democracia, corrupción generalizada ynepotismo.

Consecuencia de la fuerte presión internacional, en el 2002 Arafat aprobó finalmente la Ley Básica de la ANP, que el Consejo Legislativo Palestino había aprobado ya en 1995. La Ley Básica se consideró como una constitución provisional, que definía los derechos y libertades de los ciudadanos palestinos, así como, el papel y los poderes de la ANP, los cuales debían basarse en la división de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial), y sus mecanismos de control.

Arafat se había negado a firmarla por considerar que una constitución sin tener un Estado era algo superfluo. El Consejo Nacional Legislativo, que es el brazo legislativo de la ANP y tenia que convertirse en la estructura decisional más importante de la ANP, era anulado por Arafat, que ejercía un poder absoluto en solitario. Él presidía el gabinete de ministros, hasta un total de 34, y controlaba las fuerzas de seguridad. A diferencia del primer gobierno de Israel que tomó en sus manos el monopolio de la fuerza, disolviendo a los diferentes grupos judíos armados que hasta entonces habían luchado por la misma causa, la ANP permitió que cada grupo palestino mantenga su propia milicia armada. La violencia en lugar de cesar se multiplicó.

Arafat se comprometía a una cosa y hacia otra.

A consecuencia de la negativa de la comunidad internacional de negociar directamente con él, tras reiteradas promesas de reformas que no siempre se materializaron, y considerando que favorecía el terrorismo, en 2003 fue creado el cargo de primer ministro. Designado por el presidente y representante del partido o coalición con mas representantes en el Consejo Legislativo Palestino (CLP), sería el responsable de elegir un gabinete de ministros y de dirigir el gobierno, además, de las fuerzas de seguridad.

El primero en ocupar el cargo fue Mahmoud Abbas -el actual presidente-, quien renunció cuatro meses después por fuertes diferencias con Arafat, quien se negó a ceder el control de las fuerzas de seguridad.

De igual manera que el poder legislativo veía limitado su poder, el poder judicial veía cercenada su independencia. Además de los tribunales civiles y religiosos, la ANP creó un sistema judicial militar que carecía de casi todas las garantías del debido proceso, incluido el derecho a apelar las sentencias, y podía imponer la pena de muerte. Más personas morían, bajo tortura y malos tratos, en las cárceles palestinas que en las israelíes.

La Ley Básica de la ANP establecía que el islam era la religión oficial de Palestina y la sharía la principal fuente de legislación. Aunque aclaraba que «se mantendrá el respeto de todas las demás religiones celestiales (judaísmo y cristianismo)».

Pero lejos de promover los lazos entre las culturas y religiones, la ANP promovía el odio y la violencia contra los judíos e Israel. Lo hacían sus funcionarios en discursos públicos, en las transmisiones de radio y televisión, y a través de la educación de sus niños, a quienes se les enseñaba que Israel es el enemigo y que la muerte es una cosa buena.

En los territorios administrados por la ANP la población cristiana descendía y la judía era inexistente. Recordemos que los árabes israelíes conforman el 20 por ciento de los habitantes y la población cristiana en el país se mantiene estable.

La discriminación de las mujeres, la violencia de género y sexual, incluidos los «asesinatos por honor», eran y continúan siendo algo frecuente.

Estados Unidos y Europa se transformaron en el principal fuente de financiación de la ANP. Cada palestino recibió, per cápita, el doble que los europeos por el Plan Marshall y aun así hay pobreza. No se dedicaron a construir fábricas, universidades, hospitales o escuelas sino para comprar armas, recompensar a los partidarios, ganarse a los indecisos y comprar oponentes si eso era posible. Mientras se enriquecían familiares y amigos, se empobrecía aun mas la sociedad en su conjunto.

En octubre de 2004, Arafat enfermó y fue llevado a Francia, donde murió el 11 de noviembre de ese mismo año.

Mahmoud Abbas, el otro fundador de Al Fatah, que antes había renunciado por sus diferencias con el líder histórico, fue confirmado como sucesor de Arafat y se convirtió en el máximo dirigente de Al Fatah y presidente de la ANP tras las elecciones del 2005.

Con Abbas la situación no mejoró sino por el contrario empeoró.

La mayor preocupación de Abbas no era mejorar las condiciones de vida de los palestinos y avanzar en la consecución de un estado palestino independiente sino eliminar toda crítica u oposición, entre los cuales se incluyen periodistas, blogueros, defensores de los derechos humanos, disidentes en su propio partido o rivales políticos como Hamás o la Yihad Islámica.

Muchos gobiernos extranjeros se mostraron reacios a continuar aportando dinero ya que la ANP continuaba pagando una recompensa monetaria a los perpetradores de ataques contra los israelíes y sus familiares. Las cantidades pagadas se correlacionan con el número de personas que los terroristas logran convertir en víctimas. Es un sistema que no sólo fomenta la violencia, sino que hace del terrorismo una posible salida laboral para los jóvenes palestinos.

El nuevo currículo escolar de la ANP era significativamente más radical que los anteriores.

En el plano exterior el objetivo de la ANP era deslegitimar y aislar a Israel en el plano internacional, con la ayuda de diversos grupos internacionales como el movimiento antiisraelí de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS). Sin importar que los únicos empleos buenos en Cisjordania son ofrecidos por las empresas israelíes establecidas en ese territorio, y el movimiento BDS está haciendo todo lo posible por eliminarlos.

Ehud Olmert, sucesor de Ariel Sharon, ofreció un acuerdo de paz aún más abarcativo que el de su antecesor Ehud Barak, pero la respuesta palestina fue su rechazo. Poco después, Olmert abandono la vida política acusado de corrupción y se convirtió en el primer ex jefe de Gobierno encarcelado en la historia del Estado de Israel. Algo impensado en la realidad palestina y en el mundo árabe en general.

En las elecciones generales palestinas de enero de 2006. a diferencia de las anteriores de 1996, Hamás decidió presentarse, obteniendo un triunfo contundente que le permitió formar gobierno.

Sin embargo, la clasificación de Hamás como una organización terrorista y la negativa del nuevo gobierno a aceptar los acuerdos ya firmados que involucraban renunciar a la violencia y el reconocimiento del Estado de Israel, provocó sanciones económicas y presiones diplomáticas por parte de Israel y la comunidad internacional.

Hamás es la segunda fuerza política en los territorios palestinos y, quizás, la más popular. Su nombre significa «Movimiento de Resistencia Islámica». A diferencia de Al-Fatah, es un movimiento nacionalista religioso, una rama de los Hermanos Musulmanes de Egipto, la organización madre de numerosas agrupaciones islámicas yihadistas. Su objetivo es el de establecer un estado islámico no solo en la Franja de Gaza y Cisjordania, sino también en el actual territorio del Estado de Israel. Lo que implica su eliminación.

A pesar de ser sunní, mantienen una estrecha relación con Irán, el grupo libanés Hezbollah y países del golfo Pérsico como Qatar, de quienes obtienen armamento y financiación.

Las discrepancias políticas con Al-Fatah se dirimieron un año después en el terreno militar. En junio de 2007, ambos grupos se enfrentaron en cruentos combates en Gaza que terminarían con Hamás a cargo de aquel territorio y Al-Fatah limitada a Cisjordania. Los dirigentes de Al-Fatah que no consiguieron salir a tiempo de Gaza fueron torturados y varios asesinados (a algunos se les arrojó desde edificios).

El rasgo distintivo del gobierno de facto de Hamás es la eliminación de toda critica u oposición, imposición lenta pero consistente del islam sobre toda la población y su afán por la destrucción del Estado de Israel. Invierten en túneles y cohetes, organizan «campamentos de verano» donde niños y jóvenes reciben adiestramiento militar en el marco «de la preparación para la liberación de Jerusalén» y realizan ejecuciones publicas de presuntos culpables de colaborar con Israel. Nada hacen por mejorar la calidad de vida de los 2 millones de personas que viven bajo su dominio en Gaza. Donde el desempleo supera el 40% y 8 de cada 10 gazetíes dependen de la asistencia internacional para poder sobrevivir.

Toda la infraestructura, como caminos y cloacas, fueron obra y son mantenidas por asistencia internacional y no con los impuestos que el gobierno de Hamás cobra a sus ciudadanos. Sin embargo, es a quien esta organización se propone destruir, el Estado de Israel, a quien se le atribuye la miserable condición de vida de los gazetíes.

En agosto del 2005, Israel retiró unilateralmente al ejército y a unos ocho mil colonos de veintiún asentamientos judíos de la Franja de Gaza, cediendo su control interno a la ANP. Pero, lejos de considerar este hecho histórico como una señal que Israel no desea mantener la ocupación de los territorios habitados por mayoría palestina y de avanzar en el proceso de paz, transformaron este territorio en una base de ataques hacia Israel.

Consecuencia de las permanentes hostilidades, Israel impuso un bloqueo en el área, restringiendo el movimiento de bienes, servicios y personas, y realizó diversos ataques, incluidas diferentes guerras, que provocaron un elevado coste en términos humanos y de infraestructura. Paradójicamente, mientras Hamás utilizaba la infraestructura civil con fines militares y alentaba a los habitantes a actuar como escudos humanos, Israel se esforzaba en reducir al mínimo las victimas civiles. Resulta que el arma mas poderosa de la organización terrorista es la muerte de civiles.

Egipto, al igual que Israel, hizo lo propio con la frontera sur cerrando el paso de Rafah, principal vía de comunicación de Gaza con el mundo árabe, agudizando los problemas endémicos de la franja de Gaza. Algo que muchos desconocen o dejan de lado cuando critican el bloqueo israelí a este territorio.

Aunque parezca extraño, gran parte de los árabes palestinos en Gaza y Cisjordania viven aún en campamentos de refugiados, al igual que muchos de sus compatriotas en el Líbano, Siria o Jordania, aunque la gran mayoría de ellos hayan nacido y vivido siempre en esos territorios. Resulta que los refugiados árabes de Palestina son los únicos refugiados del mundo a los que se les niega el derecho fundamental al reasentamiento y para los que la condición de tales es hereditaria y puede transmitirse a los descendientes a perpetuidad, generación tras generación. Consiguiendo de esta manera que se convirtieran en el único caso de refugiados del mundo sin solución. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA), originalmente concebida en diciembre de 1949 como una organización temporal para atender específicamente a los refugiados palestinos cuando sólo eran unos 700.000, actualmente atiende a unos 5,3 millones de personas a quienes considera refugiados. Convirtiéndose en parte del problema y no de la solución.

Según la definición empleada por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que se encarga de todos los refugiados del mundo, excepto de los palestinos, sólo a unos 30.000 ancianos, que fueron desplazados personalmente en 1948, se les consideraría refugiados hoy en día, y no a los 1.388.455 que actualmente figuran en las listas de la UNRWA en Gaza, 828.328 en Cisjordania, 2.206.736 en Jordania, 551.873 en Siria y 469.555 en el Líbano.

Además, mientras que ACNUR reubica a decenas de miles de refugiados cada año, la UNRWA no ha reasentado a un solo refugiado en sus 65 años de existencia. Incluso durante la guerra civil en Siria los refugiados sirios fueron reasentados pero los palestinos no.

En 2016, por ejemplo, su presupuesto por refugiado fue cuatro veces superior al de la ACNUR: 246 dólares frente a 58.

Los diferentes intentos de reconciliación entre ambas facciones palestinas fracasaron. Básicamente Hamás pretendía transferir a la ANP el control de la administración publica y servicios básicos como salud y educación, que dependen de su financiamiento para su funcionamiento, mientras ellos mantenían el control de las armas y las fuerzas armadas.

Con el fin de presionar a Hamás a que ceda el control completo del poder, la ANP impuso recortes de salarios a miles de empleados públicos (lo que ha llevado a muchos a la jubilación anticipada), suspendió el pago de servicios médicos y la compra de combustible, necesario para la generación de electricidad, lo que ha agravado la crisis humanitaria que vive el territorio. Situación de la que se valen otros grupos terroristas como la Yihad Islámica, las Brigadas de Resistencia Nacional, las Brigadas Abu Ali Mustafa o las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa para poder crecer. A quienes, paradójicamente, Hamás debe perseguirlas –no para salvar el proceso de paz- sino para evitar perder poder.

Esta guerra fratricida, llamada wakseh o «humillación» entre los palestinos por el daño auto infringido, provocó que desde el año 2006 no se volvieran a realizar elecciones para renovar las autoridades de la ANP, que el Parlamento palestino no haya funcionado con normalidad, y sin un Parlamento funcional, Abbas haya aprobado leyes por «decreto presidencial».

El 31 de marzo de 2009 volvía a ser electo Primer Ministro Benjamín Netanyahu, crítico de los Acuerdos de Oslo. Cargo en el que sería ratificado consecutivamente en el 2013 y 2015 consecuencia de una mayor demanda de seguridad por parte de la población israelí y resultado de la prosperidad económica que vivía el país. Bajo su mandato Israel se transformo en la octava potencia mundial a tan solo 70 años de su fundación.

En noviembre de 2016, se celebro en Ramallah el VII Congreso de Fatah y Abbas fue reelegido presidente del partido en una votación a mano alzada en la que fue el único candidato propuesto y sin la presencia de miembros de la oposición, oficialmente «a causa de la limitada capacidad del auditorio».

Los congresos de Fatah deberían celebrarse cada cuatro años, aunque el último fue en 2009 y el anterior en 1996. De esta manera Abbas, con mas de ochenta años haciendo alarde de vitalidad, ostentaba la presidencia de Al Fatah, la OLP y la ANP.

Consensuadas finalmente para el 22 de mayo de 2021 las primeras elecciones generales palestinas después de 15 años fueron canceladas por Abbas «debido a que Israel no permitía que se celebraran los comicios en Jerusalén Oriental», a pesar de que sus residentes podían votar por correo como en las elecciones pasadas o en las ciudades cercanas en Cisjordania. La oposición sostuvo que Abbas pretendía evitar una derrota electoral.

Como en las elecciones pasadas estaban excluidos de votar los árabes-israelíes o palestinos israelíes y los refugiados palestinos que viven en otros países.

Mientras tanto el 13 de junio de ese mismo año asumió en Israel un nuevo gobierno liderado por Neftalí Bennett y conformado por una coalición de ocho partidos políticos entre los cuales se encontraba un partido político árabe-israelí llamado Lista Árabe Unida (Ra'am).

Nadie conoce el final de esta historia, si es que tiene algún final. Lo que esta claro es que, de haber existido una dirigencia palestina tolerante, ni siquiera pluralista y demócrata, al servicio de su gente y no su gente al servicio de ellos, la historia hubiera sido otra. Esta no hubiera sido una historia de terror, sino quizás una historia de amor, donde tres estados, Jordania, Israel y Palestina, conviven pacíficamente y colaboran entre si, conformando una unión política y económica llamada Unión de Estados de Palestina, o simplemente un drama, donde diferentes países, conviven con recelo y desconfianza, consecuencia de sus diferencias sociales y culturales. 

Encuentro conmemoración Primavera Árabe

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